La viuda se colocaba boca abajo, sobre la estructura de concreto, con las manos entrelazadas, y sin medir el tiempo derramaba lágrimas y luego se retiraba.
«La llorona» de paraíso existió en los años de 1893, año en que falleció el Profesor Juan Hernández de la Cruz, quien según panteoneros del camposanto Central de esta demarcación llegó a esta ciudad originario del municipio de Centla, sin embargo al morir y quedar viuda su esposa, ésta desconsoladamente llegaba a diario a postrarse sobre la tumba de su amado esposo donde derramaba sus lagrimas.
De acuerdo al panteonero Humberto Alfaro Rodríguez, quien desde hace 48 años trabaja en este camposanto, en voz de una de sus hijas, recordó que el profesor Juan Hernández de la Cruz, llego a vivir a este municipio para dedicarse a la educación.
Aunque con el paso de los años, y luego de impartir clases, el profesor falleció el 22 de febrero de 1896, por lo que fue sepultado en el cementerio central ubicado a un costado de la gasolinera, y fue desde aquel momento que su esposa desecha por la pérdida, todos los días se daba cita en la tumba de su amado, donde permanecía por horas llorando.
Quien relata señala que la viuda se colocaba boca abajo, sobre la estructura de concreto, con las manos entrelazadas, y sin medir el tiempo derramaba lágrimas y luego se retiraba.
El dolor de la pérdida de su esposo fue tan grande, que en una de las visitas, como todos los días se postró sobre la tumba y la sorprendió la muerte.
El cuerpo de la mujer, fue sepultado en la misma tumba, en tanto sus familiares decidieron hacer una estatúa similar de cómo llegaba, se sentaba y se postraba con los brazos entre lazados, y donde le llegó la muerte.
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